Bombay
Al principio la tierra …
Se reparten la tierra entre ellos y luego nos dejan sus
restos. Se construyen sus casas, sus torres, sus almenas y con sus escombros construimos
las nuestras. Casas de plástico, chabolas sin tejado donde el sol quema y el
aire está sucio y denso. Todas juntas, una tras otra. Hileras de tiendas que se
atan con cuerdas.
Debajo del puente se tienden los cables de luz. La bombilla
está rota, es ahí donde algunos hombres se ocultan. Por la mañana salen
cargados con bidones. El líquido marrón les pone contentos y con los ojos extraños.
Todo ocurre al lado de sus casas que a nuestro lado son como
de oro. Nosotros somos lo que ellos nos dejan. Las tuberías nos rodean y llevan
también su ruido, el ruido de los ricos. Nosotros defecamos en la tierra.
Está la tierra sucia, la misma donde alimentamos nuestros único
cerdo.
En lo que antes era un vergel ahora hay un basurero. Las
pistas de cemento han vestido los campos. El riachuelo baja sucio y contaminado.
Son caminos que arden bajo el sol de Bombay. El humo aún sale del vertedero,
improvisado aquí o allá. El camión del agua no parará. Otro niño se lamenta. Deambulará
hasta que se oculte el sol.
Es una tierra desigual. Y un mono es amaestrado para saltar
la vara. El mono se preguntará quizás por qué le someten los sometidos. Al
principio los árboles eran suyos. Ahora está atado a una cuerda y no para de
bailar.
Más me alejo de la ciudad más limpio el aire. Entre tanto me
pregunto por el poder de los colores. Las mujeres y los niños emergen de la
suciedad con sus telas brillantes y limpias. Sigo alejándome. Cuanto más me
alejo más limpia el agua. Encuentro un gran río. El río es la vida. El agua,
limpia y purifica. Hay risas de niñas y de mujeres, y estallidos de telas
contra el agua. La tierra se limpia.
Al principio la tierra y el aire. Al principio era de todos
y de nadie.